La sociedad vasca se autoorganizó a partir de la familia, simbolizada por la casa (etxe); las casas estaban agrupadas en conjunto de vecinos. En cada de ellos, los etxeko-jaunak se reunían en junta, el domingo, a la salida de la misa, anteiglesia, para deliberar sobre todos los asuntos relativos a la comunidad. La decisión estaba tomada por la mayoría, cada etxe tenía una voz, cualquiera que fuera su importanica. Tenía fuerza de ley para la comunidad de los vecinos.